martes, 21 de junio de 2011

A propósito de Aves sin nido de Clorinda Matto

Por José del Águila

DE LO MODERNO EN KILLAC

La ficción simbólica

Zizek[1] plantea que la violencia es una especie de escenificación que surge cuando la ficción simbólica que garantiza la vida de la comunidad está en peligro. Es decir, cualquier tipo de organización social necesita de un apoyo simbólico que es el que proporciona sentido y unidad al grupo social.

Esta violencia se inicia cuando la representación social deja de satisfacer la necesidad de la gente, cuestionándose, entonces, el sentido de participación en una comunidad. Es decir, surge cuando la palabra ya no funciona, cuando algo de su significado se ha perdido y cuando éste ya no responde ni explica nada.

Dicha comunidad es la base de la constitución de todo Estado – nación a través de una idea fundacional, es decir, la comunidad imaginaria que alude Anderson[2] debe tener un apoyo simbólico, la misma que al perder sentido hace que la violencia política surja.

Clorinda Matto en la novela “Aves sin nido” (1889), desde una perspectiva omnisciente, construye un escenario donde la acción de un grupo de personajes extraídos de espacios étnicos y socio económicamente opuestos mantienen una ficción simbólica construida sobre la base de una opresión perviviente por siglos, la cual se ve alterada por la inclusión del discurso modernizante realizada por una dupla de los personajes.

Esta construcción de duplas no se realiza al azar. Por ejemplo, tenemos a los esposos Fernando y Lucía Marín (forasteros), Juan y Marcela Yupanqui (indios), Isidoro y Marcela Champi (indios), Margarita y Manuel (mestizos), Santiago Pancorbo y Petronila Hinojosa (notables), donde el discurso de la familia es el ente reivindicador de una mejor sociedad.

Matto nos transmite en la novela que la construcción de la familia es el eje primordial que servirá de base para la inserción de la nación a un mundo moderno, a un país que debe ser transformado por medio de la educación que permitirá la inclusión del indio a la ciudad letrada.

Sin embargo, el discurso de Matto, si bien quiere la inclusión del indio, no nos explica el código de inserción. Nos quedamos ante un indio incluido pero igualmente desplazado en la pirámide social, subordinado, jamás hegemónico, tal vez porque la propia autora era una misti que no se percibía como incluida dentro de la hegemonía criolla limeña.

Así, mediante la construcción de duplas en los personajes, podemos, más fácilmente, encontrar un elemento de apoyo para la construcción de la novela porque permite un contra modelo de oposición ante el otro, una mejor capacidad para ejemplificar la función moralizante de la novela y conocimiento de verdad frente a la abyección de un sistema que se trata de modificar.

Las dimensiones de Killac

En la novela tenemos un espacio de enunciación, el villorrio de Killac, enclaustrado en los andes peruanos, en donde se ve representado aquel mundo feudal donde la tríada clásica (iglesia, juez y gobernador), imponen su poder opresivo, esclavizante para con el indio.

Dentro de la representación social en la cual se van desarrollando los personajes podemos encontrar tres espacios marcados para los cuales Killac tiene diferentes dimensiones. En primer lugar, tenemos el KIllac de los indios Juan y Marcela Yupanqui, quienes viven en la pobreza y perciben un espacio opresivo, decantándose hacia un futuro desventurado, en el cual la única posibilidad de libertad, si es que no es la muerte, es permitirse el sacrificio de toda una vida a fin de que sus hijos (Rosalía y Margarita) accedan a un mundo mejor.

En segundo lugar, tenemos el Killac de los notables, representado por el clero y las autoridades políticas (no se ahonda en la clase terrateniente o poderosa económicamente), los cuales representan aquel orden feudal que vive a expensas del trabajo del indio explotado. Este Killac refleja un mundo injusto, prepotente que vive de espaldas al mundo moderno representada por la capital y los forasteros.

En tercer lugar, tenemos el Killac de Lucía y Fernando Marín, joven pareja de esposos quienes quieren modificar la estructura social imperante en el pueblo, azuzando a los indios a luchar contra la explotación del clero y los notables. Esta dupla protagónica será la que cree el elemento de distorsión ante la ficción simbólica imperante en el Killac feudal.
           
De esta manera, la ficción simbólica imperante en Killac, se verá alterada por la inclusión del discurso de la pareja de esposos forasteros de Lucía y Fernando Marín quienes postulan la urgencia de integrar al pueblo indio a la nación moderna. Sin embargo, se verán impedidos de hacerlo por los notables del lugar, los cuales no tienen necesidad alguna de alterar el statuo quo imperante basado en la explotación del indio por medio del reparto antelado que estructura la economía de Killac, además de la construcción de jerarquías en dicha sociedad de raigambre colonial.

Asimismo, como ya lo advirtió Cornejo Polar[3], en el planteamiento de la inclusión del indio al discurso moderno, Matto incurre en una contradicción pues si bien existe una propuesta de salvar al indio de la opresión a través de la educación, ésta se propone con la idea de que éste deje de lado su lengua, sus creencias y sus costumbres, en suma que renuncie a su identidad y su historia.

La inclusión parcial del discurso moderno
En términos generales la modernidad ha sido el resultado de un vasto transcurso histórico, que presentó tanto elementos de continuidad como de ruptura; esto quiere decir que su formación y consolidación se realizaron a través de un complejo proceso que duró siglos e implicó tanto acumulación de conocimientos, técnicas, riquezas, medios de acción, como la irrupción de elementos nuevos: surgimiento de clases, de ideologías e instituciones que se gestaron, desarrollaron y fueron fortaleciéndose en medio de luchas y confrontaciones en el seno de la sociedad feudal.
Se trata de un proceso de carácter global, de una realidad distinta a las precedentes etapas históricas en la que lo económico, lo social, lo político y lo cultural se interrelacionan, avanzan a ritmos desiguales hasta terminar por configurar la moderna sociedad burguesa, el capitalismo y una nueva forma de organización política, el Estado-nación.
Como dice Berman[4] ser moderno es una unidad paradójica, pues es una unidad de desunión que nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia.

            Lo primero y lo más obvio en la modernidad de Aves sin nido es el rompimiento de las reglas y de los valores tradicionales. Se pueden ver a través del tratamiento de los indios y las mujeres, las ideas de los políticos y los religiosos, la idea de la ciudad versus el campo y la inclusión de la ciencia.

            Al inicio de la novela, Matto nos presenta una mujer estereotipada, nos la presenta como el “ángel del hogar”, lo que es una mujer quien no se rebele y sea sumisa y abnegada. Sin embargo, la autora, cambia su representación y hace un urgente llamado a la mujer a fin de que tome posesión de sus derechos, para de esta manera, rechazar las cadenas de su pasado opresivo y asuma, así, la posición de una verdadera heroína que se esfuerza por la completa libertad.
           
El discurso modernizante incluido por los forasteros quiebra la ficción simbólica que se mantiene en Killac creando un ambiente hostil para los nuevos vecinos que se verá concretizada a nivel textual con la violenta asonada contra los Marín que será el clímax narrativo de la contienda, pues a partir de ahí se escinden las diferencias entre éstos y los notables, pues la composición de la clase dominante ya no ve solo al indio como el otro sino también al forastero.

Por ello, el Perú antes que moderno sigue siendo una sociedad post colonial, una república sin ciudadanos y un país donde los que tienen el poder no parecen estar interesados en democratizarlo y continúan resistiéndose a participar de una nueva colectividad construida al margen de las jerarquías imperantes.

            De esta manera, se advierte que nuestra modernidad todavía es ejercida dentro de un imaginario social que arrastra un conjunto de “herencias coloniales”, nada democráticas y fuertemente jerarquizadas, que siempre han impedido en el Perú la imaginación y la práctica de una comunidad de sujetos iguales con los mismos derechos[5].

De esta manera hemos hecho un acercamiento sobre la manera cómo se construye la ficción simbólica en base a la opresión por parte de los notables hacia los indios basado en el reparto antelado que estructura la economía rural de Killac, y cómo la inclusión de los forasteros quiebra dicha ficción mediante un discurso modernizante, exigiendo la reivindicación de los derechos de los indios quienes mediante la educación/mestizaje logren formar parte de un Estado nación que en el fondo si bien los incorpora, igual los subordina.
Por eso en Killac, lo único que se logra con la inclusión de dicho discurso es el fin de dicha ficción pero de manera parcial, incluida la violencia sobreviviente; pues, tal como se observa en la novela, únicamente, Margarita Yupanqui será el personaje “rescatado” al convertirse en Margarita Marín (aquí el cambio es obra de la educación que se impone sobre todo condicionamiento étnico), en cambio, dentro de las dos familias indígenas que interactúan con Fernando y Lucía Marín: Los Yupanqui y los Champi, éstos mueren y aquéllos quedan en la miseria, a pesar de la protección que los Marín intentan darles, por lo que tenemos que los portadores de la “civilización” no logran modificar el implacable orden social andino post colonial y feudal
            En consecuencia, de lo que se trata es de saber cómo puede integrarse a la nación a ese otro, y Matto imaginó que la única solución consistía en asimilar dentro del espacio criollo al pueblo indígena por medio de la educación, empero como apunta Cornejo Polar[6], se trataría de una educación aculturada, destinada a borrar los rasgos de su otredad y de hacer posible una nivela suficiente de homogeneidad en el corpus de la nación.
            Asimismo, debemos advertir que, la inclusión subordinada del indio al mundo criollo que plantea Matto, se entiende en su contexto, pues existía la urgencia de una sociedad que exigía un nivel de homogenización con el fin de recomponerse luego de la crisis de la guerra con Chile.

Sin embargo, podemos observar que en la actualidad, así como en dicha época, el discurso moderno logró, únicamente, un quiebre parcial en la construcción de la ficción simbólica feudal y post-colonial, sobreviviente con una violencia temporal, que se mantiene arraigada aún hoy en cientos de comunidades similares a Killac, donde la intervención del Estado moderno es casi nula, y donde por ausencia de éste, se genera, comúnmente, la crisis étnico social que ha ido decantándose hasta crear movimientos que generaron la violencia política de finales del siglo XX.
Coda

De esta manera, se observa que Aves sin nido, destaca el hecho de producir una imagen de la forma cómo el indio podría salvarse de la explotación integrándose al proyecto burgués modernizador mediante la educación, pero no llega a explicar, claramente, cómo esa inclusión se hace sin dejar de hacerle perder su identidad, y cómo en comunidades como Killac, la idea del discurso moderno no ha podido calar de una manera más profunda a fin de subvertir la construcción de la jerarquía post colonial imperante sobre todo en el ande peruano, pues existe una disímil interpretación del progreso entre las distintas culturas.

Finalmente, debemos advertir que la manera cómo se ha impuesto e interpretado el discurso moderno en el Perú, ha derivado en una descomposición de la relación entre el Estado central y ese otro Perú, cuyo enfrentamiento se ha visto marcado por la violencia política hecho que recrudeció en las postrimerías del siglo pasado producto del quiebre de la ficción simbólica que se mantiene latente aún en las bases de nuestra sociedad y que estamos en búsqueda de solución por medio de una mejor interpretación de la inclusión de ese otro o por qué no decirlo, tal vez en futuro no muy lejano, cuando lo subvertido se hegemonice y sea el otro quien autorice el discurso, que lo moderno y la ficción simbólica puedan formar un Estado más justo que permita el surgimiento de una sociedad con una mayor y mejor identidad.



[1] Zizek, Slavoj: El acoso de las fantasías. México D.F. Siglo XXI (1999) Pag. 109
[2] Anderson, Benedict: Comunidades Imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México D.F. Fondo de Cultura Económica (1993)
[3] Cornejo Polar, Antonio: La tradición literaria en el Perú. Centro de Estudios y Publicaciones (1989)
[4] Berman, Marshall: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Siglo XXI Editores. España (1982)
[5] Vich, Victor: El caníbal es el otro. Insituto de estudios Peruanos (2002). Pag 80.
[6] Cornejo Polar, Antonio: Clorinda Matto de Turner. Novelista. Lluvia Editores. (1992). Pag 73.


No hay comentarios:

Publicar un comentario