martes, 21 de junio de 2011

La dimensión erótica en la construcción de la nueva identidad. El caso de La Última Niebla de Maria Luisa Bombal.

Por José del Águila



“MI amante es para mí más que un amor, es mi razón de ser, mi ayer, mi hoy, mi mañana”.
- La última niebla
María Luisa Bombal (1935).




La abeja de fuego

            Pablo Neruda, alguna vez, la apodó “La abeja de fuego”. Fulgurante luminosidad cuyo lúdico vuelo atravesó velozmente la dimensión de lo real hacia lo onírico, buscando con su danza construir un mundo de fantasía y ensoñación.

En palabras de Bombal: “la última niebla está inspirada en haber tenido un amante que no tuve. La novela está basada en mi primer amor, que terminó a balazo limpio”.

            En efecto, en 1941, la abeja de fuego hirió gravemente de un disparo a su entonces amante, el anticomunista Eulogio Sánchez Errázuriz (su gran amor), aunque luego fue absuelta por la justicia; sin embargo, este hecho, la obligó a emigrar a Estados Unidos en 1942.

            Fuego con aroma a pólvora. Fuego como la esencia del lirismo que trasuda la poética que envuelve y compone el mundo de Bombal. Su estilo reúne la memoria visual con capacidad metafórica, y se nutre con el aporte vivido de los sentidos.  

Borges afirmó: “no se ha escrito ni se escribirá prosa semejante”. Su obra relativamente corta en extensión, se centra en personajes femeninos, en su mundo de ensoñación con el cual evaden la realidad. Su prosa poética, surgió en un medio literario donde imperaba el realismo y el criollismo.

La abeja de fuego introdujo, en la novelística chilena, el surrealismo, mostrando mundos inexplorados, como la naturaleza femenina, y plasmando modos narrativos consecuentes: simbólicos, sugerentes, imaginativos. Se le asocia con ser una precursora del realismo mágico cultivado por Rulfo, García Márquez e Isabel Allende, y asimismo, desarrolla su escritura dentro de la corriente de la novela sicológica, al estilo de Joyce, Wolf y Faulkner pero investida de un lirismo muy particular.

            Una de las características básicas de su lirismo es la búsqueda de la belleza en el ritmo de la palabra, un ritmo que se parezca a la marea. Se considera sobre todo una poeta que escribe en prosa. Ama la música clásica. Mozart es lúdico. Chopin es pasión y Beethoven es el sufrimiento, un drama que no se puede definir.

            Su literatura impone un criterio novedoso donde se nota cierto alejamiento de la concepción patriarcal del mundo y se abre una serie de cuestionamientos nacidos desde el espíritu femenino. El espacio narrado surge sólidamente estructurado, entrelazando íntimamente el plano de lo real con el de la fantasía, hasta crear una realidad ficcional de la que es difícil prescindir el mundo de los sueños.

            Podríamos concluir que en su concepción poética de la novela, Bombal alcanza el tono para exponer los conflictos sicológicos que viven sus personajes con la simple existencia. Maneja con destreza las situaciones, describiéndolas perfectamente y alternando vivencias que llevan implícito un hálito de gravedad con el idealismo más puro.

La última niebla y el imaginario femenino

La última niebla, nos relata la vida de una mujer que se casa con su primo, Daniel, convirtiéndose en el segundo matrimonio de éste. Viven en el campo y reciben la visita del hermano de su esposo, Felipe, su mujer Regina, y un amigo que resulta ser el amante de ésta. Así, la protagonista (innominada) se da cuenta que tal vez con otro hombre pueda liberarse, ya que vivía oprimida al modelo de la anterior mujer de su marido.

Una noche en un viaje a la ciudad ella decide caminar, recorre muchas calles hasta que se encuentra con un hombre que la lleva a su casa, desatándose una pasión instantánea. Luego de este hecho ella vive ensoñada en que su hombre volverá e incluso lo ve una o dos veces más, pero según sus declaraciones él está siempre a su lado.

Finalmente, siguiendo el ejemplo de Regina, decide tratar de suicidarse, sin los mejores resultados, aunque ello sirvió para que abriera los ojos respecto de su modelo de vida actual, prefiriendo la muerte a la opresión. Es así cuando se resigna a una vida rutinaria y a un matrimonio sin amor ni pasión.

Mediante esta historia, Bombal introduce el discurso de la poética del cuerpo, y en especial la eroticidad como eje central, con el fin de reivindicar una nueva forma de concebir el imaginario femenino. Sin embargo, ¿cómo podemos entender esta eroticidad si no analizamos primero el imaginario femenino que nos plantea la obra de Bombal? La construcción de este ideario está supeditada a una serie de factores que influyeron en su narrativa sobre todo por elementos vanguardistas que se encontraban en boga en la época en que desarrolló su obra primera, esto es la tercera década del siglo pasado.

Bombal resalta una concepción novedosa de la sociedad, rompiendo con todos los cánones establecidos y lleva a la mujer a ser el centro de toda su obra, escribiendo desde su intimidad para representar un mundo desconocido. Se enfrenta a un discurso que se caracteriza por una división clara entre lo masculino y lo femenino, poniendo de manifiesto una nueva representación de la mujer aún sin haber participado de los pensamientos feministas que comenzaban a gestarse de forma paralela.

Busca una nueva imagen de la mujer otorgándose un espacio íntimo y exponiendo sus propios dilemas. La mujer es abordada desde una nueva perspectiva donde deja de ser musa, para convertirse en personaje de una problemática que trasciende. Por ello, Bombal parte de la noción de que en sus textos encontraremos solo protagonistas femeninas que nos muestran una problemática distinta a la que trataban las mujeres de generaciones precedentes.

La abeja de fuego es la primera narradora chilena que objetiviza al otro masculino en términos sexuales y expone el placer/goce de la mujer, desligado de culpa a través del espacio corpóreo. Así, contrapone el terreno de la magia y del sueño de un mundo femenino con la brutalidad del mundo masculino.

Fue una de las primeras escritoras chilenas en resaltar la naturaleza íntima femenina con sus sentimientos más escondidos. En la última niebla, los protagonistas se reencuentran con su verdadera identidad en la búsqueda de afecto y comprensión e independencia como mujer.

Las temáticas de la mujer como un ser independiente, se abordan desde la perspectiva del amor, el fracaso, la sexualidad y libertad, pero siempre llevándolas al plano de la comunicación consigo mismas, a la estimulación de los deseos a través del juego que se desarrolla mediante la imaginación.  De esta manera, se advierte que el impedimento de la satisfacción de los deseos femeninos de forma manifiesta es lo que lleva a los personajes a desenvolverse en un mundo solitario, incierto y de reflexión.

En la última niebla se eclectiza el espíritu de vanguardia, corriente que predominó en la escritura de mujeres de las tres primeras décadas del siglo XX y que privilegiaba la interioridad, la vida espiritual y el alma como fuente de inspiración. Es decir, la autora, sin abandonar el espiritualismo, lo pervierte mediante una escritura en la que se recusa la tendencia de la crítica hegemónica. Es decir, la perspectiva de un yo femenino y su mundo interior contienen características de sesgo romántico, empero la posición desde donde el sujeto habla es definitivamente otra respecto de los textos anteriores a la obra de Bombal.

La escritura bombaliana se convierte en un engranaje, un devenir continuo de finalidades. La autora se sirve del lenguaje para intervenir desde su escritura el mundo posible, de tal modo, ello se vuelve un gesto de intervención político, una estrategia que no designa una identidad única, sino que revitaliza el devenir del otro: el del lenguaje.

De ahí la relevancia de la última niebla, pues es una escritura de ruptura. En el espacio de Bombal convergen los deseos de una tradición literaria que pretendía visualizar al otro, ejerciendo espacios de representación más allá de los límites impuestos por las estructuras decimonónicas.  

La dimensión erótica

         La última niebla contiene la esencia femenina, su confusión, la emoción como eje del ser; la inmanencia femenina en suma, se nos revela en la historia de este idílico sueño, de esta obscura ensoñación que atraviesa el alma de ciertas mujeres y es más real que todas las realidades que las rodean. Como ya se afirmó, esta femineidad acoge pureza, confusión, emotividad, características que han sido relevantes desde que el patriarcado sustente la jerarquización de su lugar respecto de la mujer.
        
Ahora, si bien la escritura de Bombal contiene vínculos con la tendencia que predominó las primeras tres décadas del siglo XX en la narrativa de mujeres; sin embargo, no se emparenta con el criollismo. La imposición de la estructuración patriarcal a las escrituras de mujeres por el relato moderno impone la separación entre la esfera privada y pública, la razón contra la intuición, la sensibilidad y la exploración  de la conciencia.

         La modernidad que privilegió el progreso construye un mundo femenino asimilado a ésta, pero lo excluye del sistema de poder y dominio: el logos. La escritura para las mujeres se convierte en un acto de rebelión, construcción de identidad. De esta manera el pensamiento femenino de vanguardia responde a la idea del espacio de producción íntima y de reflexión que aporta Bombal con sus personajes. Según Helene Cixous, la escritura es un espacio de libertad donde se puede pensar la diferencia sexual.
        
Esta diferencia sexual es abordada por la dimensión erótica, el cual por su carácter individual adopta la forma de cada persona que posee. Allende el impulso sexual, el erotismo tiene algo más, y ese algo constituye su esencia.

En la última niebla, la mujer escapa de la rutina de un matrimonio que merma su autoestima mediante la consolidación de un deseo. Al aceptar su cuerpo y superar el pudor, concretiza su deseo al conocer un amante y empieza a tejer una ensoñación teñida por la niebla, hasta que su fantasía concluye radicalmente, cuando se da cuenta de que su amante simplemente es un fantasma. Entonces se resigna a su monótona vida y a un enlace matrimonial sin pasión y sin amor.

En el texto, el erotismo no está en la dimensión con el esposo, sino en relación con el amante, a quien ella no ama. Se define el acto sexual como erótico y no como simple sexualidad cuando es liberación de conciencia que se produce en ella, aceptación de su cuerpo, fuerza de una relación que se compone de intimidad, individualidad y femineidad, fuerza limitada por un marido que no la desea y que le recuerda a su primera esposa muerta. Entonces surge una idea principal: la frustración en los personajes femeninos, en este caso, la protagonista innominada y Regina. Al superarse la frustración se conforma el erotismo.

Aquí radica la relevancia del erotismo. Ambos personajes femeninos tienen relaciones sexuales con sus cónyuges, sin embargo, se sostienen en matrimonios “falsos”, colmados de apariencias. Sienten el vacío de un plano en sus vidas, lo cual genera frustración y problemas de autoestima. Ese “algo” que da el erotismo es el elemento que complementa el sentido de una sexualidad que por sí sola no nos diferencia de otras especies.

Otro aspecto importante en lo erótico es el reconocimiento de los cuerpos. La sexualidad necesita de una genitalidad sin compromiso, que no implique un reconocimiento (reconocimiento que lleva a la identificación, ergo, a la aceptación del otro como una individualidad). Por ello, en la obra se describe físicamente a los amantes con los cuales los personajes femeninos concretizan su erotismo, mas no así a sus maridos.

Este reconocimiento es central para comprender cómo el erotismo contribuye a la construcción de la íntima individualidad y la nueva identidad femenina. Son los amantes con quienes disfrutan una pasión real, aquello que permite que el personaje femenino innominado y Regina se reconozcan así mismas y, de esta manera, desarrollen su personalidad a través de la individualización del goce, pues como afirma Barthes en el placer del texto: el placer es particular, más el goce es singular. Esta singularidad, crea un diálogo reconociéndose primero como individuo-mujer, logrando un mayor estado de comprensión en el “otro” y en sí mismos. Es el reconocimiento de esta “otra individualidad” lo que permite a la mujer de la última niebla, reconocerse a sí misma, saberse mujer.

BIBLIOGRAFÍA

BARTHES, Roland              El placer del texto y lección inaugural. Editorial Siglo XXI. 13º Edición. Madrid. España. 1996.

BOMBAL, M. Luisa              La última niebla. La amortajada. Editorial Biblioteca de Bolsillo. 2 Edición. Barcelona. 1990.

BOMBAL, M. Luisa               Testimonio Autobiográfico basado en una serie de entrevistas realizadas por Lucia Guerra y Martín Cerda. 1979. http://www.letras.s5.com/bombal1.htm

EL MUNDO                           Diario Libre. Cultura.
 María Luisa Bombal, la delicadeza a balazos.  http://www.elmundo.es/papel/2006/12/16/cultura/2061974.html

ESPINOSA, Patricia            La última niebla de María Luisa Bombal: excentricidad, desacato y eroticidad en el devenir identitario femenino.
                                               http://www.scielo.cl/scielo

MOI, Toril                               Teoría Literaria Feminista. Editorial Cátedra. Madrid. 1988.

PAYNE, Michael                   Diccionario de teoría crítica y estudios culturales. Editorial Paidos. 1 Edición. Buenos Aires. 2002.

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