martes, 21 de junio de 2011

EL SEÑOR DE LA VENGANZA

En una comunidad campesina cerca al Cuzco se adora a un dios conocido como el Señor de la Justicia, deidad que la religión oficial, representada por un sacerdote del Opus Dei, busca eliminar mediante métodos nada santos. Alberto, un periodista y escritor ateo, se enfrenta a dicho poder, con el fin de descubrir la verdadera historia que se esconde detrás de este culto popular.

La novela Gracias, Señor, por tu venganza (Lima, Planeta -2007) de Javier Arévalo (Lima 1965), desarrolla junto con este eje principal, uno secundario, en el que el protagonista, Alberto, nos narra su relación con Magdi, su ex novia, y Silvana, su jefa y actual pareja. Las dos historias se entrelazan como dos espirales que se imbrican al compás de las reflexiones de Alberto, quien relata su vida, sus amores y su escepticismo ante lo que él denomina “el negocio de la fe”.

La obra es narrada en primera persona, con un lenguaje claro y directo, con diálogos rápidos, amenos y bien estructurados, que se centran en dos espacios definidos: Lima, que ha visto crecer a un joven Alberto lleno de conflictos, amores, y dominado por una racionalidad contracultural; y la sierra, Cuzco y Quichuay (comunidad donde se adora al Señor de la Venganza), espacio que muestra a un Alberto más adulto, seducido por el compromiso ideológico en su lucha contra la Iglesia y los núcleos de poder.

Estos espacios simbolizan dos temporalidades distintas, dos mundos,  donde el narrador nos muestra cómo Alberto ha ido expurgando los demonios de su pasado en una ciudad como Lima, para, luego de unos años, verse transformado en un sujeto desencantado, irreverente y soberbio ante la idiosincrasia de un pueblo andino que busca legitimar su extraña fe.

Sin embargo, a medida que se desarrolla la novela, la historia central va a ser desplazada, lentamente, por la historia secundaria, pues el relato sobre las relaciones del protagonista con Magdi y Silvana captura la atención del lector por su bella e hilarante prosa y por el erotismo que envuelve el universo de los personajes.

El objetivo central de Arévalo es criticar cualquier forma de dominio basada en la religión, mostrándonos los grados de fanatismo a los que puede llegar tanto la Iglesia Católica como el misticismo popular: se reivindica para ello, el poder del conocimiento racional, y su lucha contra la fe utilizada como mera conveniencia; de ahí que, en alguna medida, la novela tenga un cierto carácter de denuncia.
Gracias, Señor, por tu venganza, es un relato que narra la historia de milagros, dioses y santos, pero que no llega a ser fantástica, pues se estructura sobre la base de un relato de índole policial, que busca desentrañar el misterio de un asesinato no resuelto, y deriva, lamentablemente, en un final insustancial, carente de intensidad, a diferencia de la historia de amor de los personajes que atrapa al lector por evocar la nostalgia de una juventud tejida de sueños.

Arévalo anota en una entrevista que la religión y el ateísmo son versiones de la realidad, en efecto, pero creo que le faltó agregar que, así como la religión, el amor y la venganza son también sublimes actos de fe.

José Carlos Radela   

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