Ahora que sueñas con Gala,
la edipiana estrella de mar,
ya no me espanta tu canto
de cítara azul homicida.
azul como el sueño del guayabo
y esas noches con Cranach, el Viejo,
depositando sus monedas de Creta
en una trompeta muda
al compás de un diapasón herido.
Ojo de Escocia,
culo de cuatro nalgas
Atrás quedó Dalí y sus flores
ya podrán resucitar a mi padre
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