martes, 21 de junio de 2011

LA MONTAÑA RUSA / NICANOR PARRA


Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.

Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
Echando sangre por boca y narices.

De Versos de salón


¿De qué manera este texto desarrolla un concepto de poesía asociada a lo corporal y a lo fisiológico, y cómo se vincula con la poética de Vallejo desarrollada en clase? Ejemplifique a partir del análisis de las principales figuras retóricas.

            La irónía y la sátira son elementos consustanciales en la poética de Parra. Construye un universo propio sobre la base de un coloquialismo que busca subvertir el orden generado por la lírica preciosista del canon modernista. De hecho la reacción a la poética nerudiana hace de Parra un hito en la poesía hispanoamericana, una revolución literaria auténtica que busca una nueva forma de poetizar y de entender la poesía. Para ello se vale del absurdo, el humor, la inconexión y la espontaneidad. Sin llegar a profesar el surrealismo, Parra opera con un tono burlesco y conversacional en sus textos para encontrar la razón de la angustia del hombre en la vida moderna.

Dentro de este marco, dos elementos se van a desarrollar en su poética como son lo corporal y lo fisiológico. El primero se refiere a la presencia que tiene el cuerpo y su relación con el mundo, es una idea de la forma humana cargada de metáfora, de vida, de eroticidad, el poeta le puede cantar al cuerpo como símbolo de vida. El segundo tiene matices más escatológicos, donde lo fisiológico está conectado con las excrecencias de lo somático, pero que no solo se deben entender de manera literal sino que se nutre de una fuerte carga verbal para denotar el lado más humano de nuestra especie. Estos conceptos nos van a servir para enfrentarnos al poema donde el trinomio metaforizado (montaña rusa – cuerpo – poesía) va a construir un universo propio donde el elemento fisiológico va a generar una ulterior intensidad sobre aquellos que se atreven a pensar por sí mismos, a crear una propia individualidad, a elegir el camino más difícil que nos remita a un mundo mejor.

En el poema montaña rusa encontramos claramente dos segmentos. El primero desde el verso 1 al 5 al cual denominaremos “Ruptura de la lírica tradicional por la montaña rusa”, y el segundo desde el 6 al 8 verso denominado “Desafío a conocer la nueva poesía”.

Primer segmento:

Se utiliza la metaforización de la montaña rusa como un elemento que inicia una nueva forma de entender la poesía. El locutor personaje apela a este artefacto de índole mecánica moderna cuyo componente lúdico lo transforma en un juego real y peligroso, un viraje de emociones violentas que irrumpen con la tranquilidad de la lírica tradicional. El yo poético se representa como un profeta, como un visionario que funda (de ahí que se instale en contraposición a llegar o transitar) una nueva forma de conocimiento a través del estro.

En este segmento encontramos claramente el campo figurativo del pensamiento antitético, sobre todo cuando en el verso tercero se define a la poesía como el “paraíso del tonto solemne” en contraposición a la instauración de una nueva etapa en la poesía centrada en la montaña rusa. Fíjese que al definir a la poesía tradicional el yo lírico apunta a dos conceptos que conllevan una serie de prejuicios enraizados en el pensamiento occidental. Por un lado se señala que “la poesía fue el paraíso”, es decir un estado marcado por la placidez entendida como el ocio burgués y también como un elemento mítico religioso cristiano donde todo es perfecto y nada está por hacer. Las formas en las cuales entendemos el cuerpo se traduce en la forma clásica de la armonía y de lo apolíneo, lo cual va a contrastar con la ruptura que crea la velocidad de la montaña rusa y el espacio sinuoso y vertiginoso que lo caracteriza.

El segundo concepto es el de tonto-solemne (aquí encontramos el símbolo como figura de semejanza) que se asocia al bufón que entretiene y justifica al orden establecido, un juglar cuya formalidad le permite existir en un centro oficial donde su única función es entretener sin mayor trascendencia. Entonces la ruptura que se asocia a la metáfora de la montaña rusa como un elemento que subvierte la tradición poética (durante medio siglo) está más que clara, un ludismo riesgoso que tiene relaciones evidentes con la poética de Vallejo cuando se apela al oxímoron del juego serio en el poema A mi hermano Miguel: “me acuerdo que nos hacíamos llorar, / hermano, en aquel juego/.

De esta manera, la montaña rusa se nos revela como la gran metáfora que nutre el primer segmento, aquello que representa el nuevo orden, iconoclasta, moderno, vital, poesía que desbarata el orden preestablecido y que pocos conocen y menos se atreven a gozar.

Segundo segmento.

El viaje en la montaña rusa se nos muestra como un reto, un desafío que implica hacer una poesía original. El yo lírico nos exhorta a seguir este nuevo viaje pero a la vez no se compromete con la integridad que personifica el alocutario no representado. De esta manera, el creador de la montaña rusa funge como un dios que no impone un orden paradisíaco sino un mundo donde cada uno apela a su libre albedrío para optar por una nueva forma de conocimiento que por lo visto hiere profundamente: /echando sangre por boca y narices/. Es importante acotar que en este verso apreciamos la figura retórica de la elipsis pues el yo lírico ha prescindido del artículo la y las, a fin dar mayor ritmo y musicalidad al poema.

            Aquí encontramos el concepto de lo fisiológico que va a emparentarnos con la poética de Vallejo, ya no el cuerpo como símbolo de vida o templo de eros, sino elementos que aluden a las excrecencias y los fluidos corporales como en el caso del poema I de Trilce: /el guano, la simple calabrina tesórea/. Debemos resaltar que el viaje en la montaña rusa es una aventura extrema que puede se perniciosa para nuestro cuerpo pues el referente de la expulsión de la sangre por órganos relacionadas con la alimentación y la respiración, le confiere una crudeza al poema que convierte dicho periplo en una instancia que no cualquiera estaría dispuesto a aceptar. Asimismo, existe un eje central en el poema ligado a la presencia del yo lírico, pues en este segundo segmento éste se reafirma como aquél que conoce el mundo nuevo, pero ya no funge como un dios, sino como un guía, un referente que nos invoca a perfeccionarnos en el arte de la poesía como elemento de ruptura, de creación, de imposición de un orden nuevo.           

            La ironía impregna el carácter anecdótico del poema pues se apela a esta figura para denotar que la montaña rusa ha defenestrado a la poesía tradicional y a la cosmovisión que la sustenta. La relación metonímica de causa/ efecto lo podemos encontrar en aquellos que se atreven a tomar las riendas de la poesía nueva aventurándose en la montaña rusa a costa de ser pasibles de formar parte de una nueva suerte de poetas hematólatras, esto es, aquellos que conocen el riesgo de esta nueva forma de conocimiento pero que encuentran en la sangre, la consecuencia del ímpetu de la verdadera creación poética.

            La diferencia entre Parra y Vallejo es que si bien los dos asumen estados fisiológicos para componer su poética, en el primero, estos elementos se utilizan como una justificación para ejemplificar el valor que su nueva poesía busca generar con su ludismo y la resementización de su léxico coloquial; en cambio en Vallejo, lo fisiológico contiene un carácter más metafísico, más de hondura empantanada en un charco de culpa, búsqueda de un dolor que busca trascender el cuerpo para ser más conscientes de nuestra humanidad.

Interlocutores
Encontramos un locutor personaje (yo poético) que mira desde dentro y se dirige a un alocutario no representado (no existe un tú identificable) pues invoca a todos nosotros a ser parte de la travesía que implica la desconocida dimensión del vuelo poético.

Visión del mundo
El poeta ironiza al titular el poemario Versos de Salón, pues ello es una clara muestra de burla a la tradición poética clásica llena de lirismo y formas canónicas. El salón entendido como el espacio central y hegemónico y los versos asociados a la lírica neoclásica y modernista van a ver violentados por el tono conversacional de los antipoemas de Parra. El poema Montaña rusa apela a la metaforización de este juego mecánico para representar la idea de que la poesía es un juego serio que puede quebrar el universo con un nuevo movimiento, bello y peligroso, que conlleva un sacrificio en donde la vida puede correr un gran riesgo, pero que a la vez nos hace conscientes que la trascendencia no se encuentra en el eco de la modernidad burguesa sino en la vitalidad de la más pura creación y la crítica sempiterna a cualquier contexto ideológico instaurado por el orden establecido.

JOSE CARLOS RADELA

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